En un giro único de interacción entre padre e hija, un comercial reciente mostró a un padre buscando la ayuda de un chatbot para ayudar a su hija a escribir una sentida carta de admiración. El uso poco convencional de la tecnología en «Querida Sydney» expuso a los espectadores a un escenario donde la inteligencia artificial intentaba cerrar la brecha para ayudar al padre con sus palabras, con el objetivo de crear la carta perfecta para el ídolo de su hija.
A medida que avanza el anuncio, los espectadores ven al padre narrando la admiración de su hija por la corredora estadounidense Sydney McLaughlin-Levrone y su deseo de expresar su admiración a través de una carta de fan. Con la ayuda del chatbot Gemini, se genera un borrador de la carta, acompañado de un gráfico de brillo y un lema que enfatiza el papel de la tecnología en el proceso.
Sin embargo, el comercial no logró conectar con la audiencia, desencadenando fuertes reacciones negativas. Las plataformas de redes sociales se llenaron de críticas al anuncio, retratando el uso de la inteligencia artificial en una tarea tan personal y emocional como desagradable e inapropiado. Surgieron llamados a preservar la esencia de la creatividad humana y la expresión genuina, pintando el anuncio como un desacierto al retratar la autenticidad y la profundidad emocional de la conexión entre padre e hija.
En última instancia, el intento del comercial de fusionar la tecnología y el vínculo emocional falló, generando una importante reacción negativa. Esta narrativa sirve como una historia preventiva sobre la fina línea entre aprovechar la tecnología para mejorar las experiencias humanas y posiblemente socavar la autenticidad y el corazón detrás de las interacciones personales.